Beneficios de los biopolímeros comestibles en la conservación de frutas

Beneficios de los biopolímeros comestibles en la conservación de frutas

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Los recubrimientos naturales prolongan la frescura de frutas y verduras, impulsando la sostenibilidad y reduciendo pérdidas en la industria alimentaria.


La preservación de frutas y verduras frescas representa un desafío significativo para la industria alimentaria global. En países como México, factores climáticos adversos, complejidades logísticas y restricciones económicas intensifican las pérdidas poscosecha. Estas pérdidas no solo afectan a los productores locales, sino que también tienen repercusiones en la economía nacional y en la disponibilidad de alimentos frescos para los consumidores.

Mantener la vida útil de productos perecederos sin sacrificar su calidad sensorial, nutricional o microbiológica es una necesidad imperante. La demanda creciente de alimentos frescos en mercados nacionales e internacionales exige soluciones innovadoras que permitan extender la frescura y seguridad de estos productos durante períodos más largos, facilitando su distribución y reduciendo el desperdicio.

En respuesta a esta problemática, los biopolímeros comestibles han emergido como una alternativa innovadora y sostenible. Estos materiales, derivados de fuentes naturales, ofrecen una solución eficiente para la conservación de alimentos, alineándose con las tendencias actuales de sostenibilidad y reducción del uso de plásticos convencionales en la industria alimentaria.


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¿Qué son los biopolímeros comestibles?

Los biopolímeros comestibles son macromoléculas obtenidas de fuentes naturales como polisacáridos, proteínas y lípidos. Estos compuestos son capaces de formar recubrimientos protectores que se aplican directamente sobre las superficies de frutas y verduras. Al ser biodegradables y seguros para el consumo, representan una opción ecológica y funcional para la conservación de alimentos frescos.

Estos recubrimientos actúan como barreras físicas y funcionales, ralentizando procesos de maduración y reduciendo la deshidratación. Además, protegen los alimentos contra microorganismos patógenos, manteniendo la frescura y firmeza de frutas y verduras por períodos extendidos. Esto es crucial para garantizar que los productos lleguen en óptimas condiciones a los consumidores finales.

En el contexto de la industria mexicana y latinoamericana, la aplicación de tecnologías basadas en biopolímeros es especialmente relevante. Países como México son grandes productores y exportadores de frutas como aguacates, mangos, plátanos y cítricos. Implementar recubrimientos comestibles no solo reduce las pérdidas económicas asociadas con la poscosecha, sino que también posiciona a las empresas como líderes en innovación sostenible en el mercado global.


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Tipos de biopolímeros utilizados en recubrimientos comestibles

Existen diversos tipos de biopolímeros utilizados en la formulación de recubrimientos comestibles. Entre ellos se encuentran:

  • Los polisacáridos como: los alginatos, el quitosano y las pectinas
  • Las proteínas como: la gelatina, la caseína y las proteínas vegetales
  • Los lípidos como ceras naturales y ácidos grasos.

Cada uno de estos biopolímeros presenta propiedades específicas que los hacen adecuados para diferentes aplicaciones en la conservación de frutas y verduras.

Los biopolímeros comestibles funcionan mediante múltiples mecanismos de acción. Actúan como barreras contra gases, reduciendo el intercambio de oxígeno y dióxido de carbono, lo que ralentiza la respiración y la maduración de las frutas. Además, controlan la humedad interna de los productos, evitando la pérdida de agua y manteniendo su firmeza. Algunos biopolímeros, como el quitosano, poseen propiedades antimicrobianas que inhiben el crecimiento de patógenos, mejorando la seguridad alimentaria.


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En México, instituciones como la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y el Centro de Investigación en Química Aplicada (CIQA) han desarrollado recubrimientos a base de biopolímeros con actividad antimicrobiana significativa. Estos recubrimientos han demostrado ser efectivos en prolongar la vida útil de frutas como mangos y fresas hasta en un 50%, facilitando su exportación a mercados internacionales y contribuyendo a la reducción del desperdicio de alimentos en el país.

Los beneficios de los biopolímeros comestibles para la industria alimentaria son múltiples. Además de prolongar la vida útil y reducir el desperdicio de alimentos, estos recubrimientos promueven la sostenibilidad ambiental al sustituir plásticos convencionales y aprovechar subproductos agroindustriales. Asimismo, mejoran la calidad sensorial de los productos y aumentan la seguridad alimentaria. Sin embargo, la optimización de costos y la aceptación del consumidor siguen siendo desafíos a superar para una implementación más amplia de esta tecnología.

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