Uno de mis maestros cuenta cómo cuando tenía siete años sufrió una fractura en el brazo derecho. Naturalmente tuvo que pasar seis semanas con el brazo inmovilizado. Cada vez que iba a comer algo, escribir algo, o darle la mano a alguien, se acordaba de que tenía que cambiar su forma de enfrentar hasta los aspectos más básicos de su vida. El cambio no es fácil.
Pues lo mismo ocurre en nuestras plantas, en la forma en que manejamos nuestras operaciones. Nos acostumbramos a ciertas maneras de hacer las cosas, y esto hace que tengamos la tendencia natural a rechazar la ideas nuevas. Pues bien, el tema de la inteligencia artificial o programación automática de nuestras plantas sí que nos 'golpea' duro.
Una empresa importante en Estados Unidos estaba perdiendo dinero. Entonces el gerente encargado de la adquisición de nuevos productos pidió le dieran la oportunidad de resucitar su planta. Lo primero que hizo fue enfocarse en su base de clientes, para identificar sus problemas de programación, entregas a tiempo, creatividad, y otros aspectos de cultura empresarial. Al introducir el concepto de programación de las máquinas a través del computador, pudo obtener el cambio que quería lograr, pero sin la intervención que antes se "requería" del programador. Al principio, el programador pensaba que simplemente perdería su trabajo, pero con un poco de orientación, este empezó a observar cómo el sistema le ayudaba a mejorar la atención al cliente, y con mucho menos esfuerzo de su parte.
Cuando se adoptan los software y equipos de programación por computador, resulta inevitable que salgan a relucir temas de cultura empresarial. En ciertas plantas, el control de la información se observa como una forma de poder. Si un gerente percibe que unos clientes son más importante que otros, y si está acostumbrado a poder ajustar el programa cada vez que quiere, para atender a sus clientes predilectos, ello obviamente representa un problema para los demás en la planta. El sistema automático trabaja sin prejuicios, sólo con base en la información acerca de cuándo se quiere el producto, y busca la solución adecuada para atender al cliente.
Parte del secreto de estos tipos de producto es que permiten organizar cada trabajo como si fuera un "PIT STOP" de carrera de autos. Es decir, no tiene caso llegar a una zona de PITS para cambiar las llantas? si estas no están listas, al lado del auto, pre-marcadas y en su posición correcta. Igual sucede con la tinta. Si la tinta no es del tono correcto, con su viscosidad lista, y con el pH controlado con base en el criterio de posición de tinta en la máquina, poco nos sirve tener el cartón en posición para correrlo. Toda esta información tiene que estar disponible al personal responsable. Las personas que necesitan estar enteradas son: las del equipo de ventas, servicio a ventas, la tripulación de la máquina de acabado, las de las planchas de impresión, las del troquel, las de las tintas, y todos aquellos involucrados en la corrugadora. En cuanto más fácil y asequible esté la información de la lista de producción, más tranquilo será el cambio de pedido y la probabilidad de entregarle a tiempo al cliente.
Si su planta está organizada para empujar el producto desde el molino hasta el cliente, el incorporar un sistema automático de programación por computador representará un cambio muy fuerte, porque este está basado en lo que el cliente puede aceptar y cuando lo puede aceptar. Por tanto, las plantas que utilizan sistemas automáticos halan el producto, en vez de empujarlo. Ya son del pasado los días en que el corrugador se sentía feliz por el hecho de ver el producto en proceso estibado, dos o tres tarimas hacia arriba pasan rápidamente cuando uno cambia su forma de pensar, y cambia a producir en la corrugadora únicamente lo que se puede facturar.
Si se está acostumbrando a correr un pedido largo, todo de una vez, porque así lo cotizó ventas --aunque el cliente sólo solicitó que se entregara el producto en cuatro ó cinco partidas--, un sistema automático levantará una bandera roja cuando se trate de seguir trabajando de la manera antigua.
Si se tiene que buscar tinta durante un cambio, y el tiempo designado para el cambio excede lo que se planeaba, habrá un aviso indicando que este tiempo es excesivo, y que alguien tendrá que responder por él. Es decir, un sistema automático trae cierta disciplina a nuestros procesos, disciplina que tal vez no estemos practicando hoy.
Si se tiene tinta, planchas, cartón y máquina disponibles, pero el troquel no ha sido revisado, o si fue llevado a su almacén donde se dañó una sola cuchilla y cuando se corre deja un pedazo de refile, causando atascamientos constantemente, la operación no avanza y pasamos mucho más tiempo con mayor costo para procesar el pedido y entregarlo al cliente.
En el mercado de hoy las plantas, o se vuelven eficientes, o se mueren. Y para sobrevivir el flujo de trabajo es vital. Este proceso incluye mejoras en sus máquinas de acabado, y en su habilidad para trabajar a altas velocidades. Pero esto sólo funciona bien si hemos programado bien, y estamos totalmente enfocados a nuestros clientes. Como nos enseña la sabiduría popular por estos días: "si queremos quedarnos iguales, algo tiene que cambiar". Lo mismo podemos decir de: "si queremos mejorar...".