
Regulación y sostenibilidad: el dilema de las grandes marcas en Latinoamérica
Regulación y sostenibilidad: el dilema de las grandes marcas en Latinoamérica
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Las regulaciones que se están implementando en la región continúan representando desafíos para empresas y dueños de marca. Hablamos con Armando Russi, líder de sostenibilidad del Grupo Ajé, quien nos brindó una nueva perspectiva sobre cómo analizar la sostenibilidad en la región.
Las regulaciones en torno a los empaques y su impacto avanzan con rapidez en América Latina y en el mundo, la mayoría centradas en la responsabilidad extendida del productor (REP). Aunque muchas de estas normativas están enfocadas en la recolección y reincorporación de materiales reciclados, están también aquellas más restrictivas que buscan sustituir y prohibir materiales, como es el caso de los plásticos de un solo uso.
En síntesis, la industria se enfrenta a la continua implementación de estas leyes que buscan abrir caminos hacia la circularidad. Sin embargo, la falta de armonización normativa se ha convertido en un reto importante para las empresas que operan en múltiples mercados. “En Latinoamérica existe un panorama regulatorio fragmentado que aborda distintos enfoques. Lo ideal sería lograr una armonización de las regulaciones para facilitar la transición de la industria”, comenta Armando Russi, líder de sostenibilidad del Grupo Aje.
Un ejemplo de armonización es la Unión Europea (UE). La UE no solo ha establecido objetivos de reciclaje de residuos de envases del 65 % para 2025 y del 70 % para 2030, recogidos en la Directiva (UE) 2018/852, que modifica la Directiva 94/62/CE sobre envases y residuos de envases, sino que también ha implementado la Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP) de manera armonizada en sus 27 Estados miembros, facilitando la transición hacia una economía circular, reduciendo costos de cumplimiento y fomentando la inversión en tecnologías sostenibles.
Si bien existen diferencias normativas en Latinoamérica, la mayoría de los países están adaptándose hacia los mismos objetivos. Por ejemplo, Chile ha destacado con su Ley REP, que obliga a los productores a financiar y organizar la gestión de residuos, pero en México, según la firma CRS Consulting, la legislación no contempla la REP como figura, sino que aplica un sistema similar que descentraliza el rol del productor como actor principal bajo este esquema.
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El sistema mexicano es distinto a los demás, ya que su base yace en una política de residuos bajo promoción de cambios en los modelos de producción, consumo y manejo que fomente la prevención y gestión integral de los residuos a través de la Responsabilidad Compartida.
A lo anterior se suma otro desafío: la velocidad con la que se están implementando las nuevas normativas. Aunque el objetivo es acelerar la transición hacia un modelo más sostenible, muchas empresas, especialmente las pequeñas y medianas, enfrentan dificultades para adaptarse sin que esto represente un golpe financiero.
En ese sentido, Armando Russi señala que para analizar la sostenibilidad y más específicamente la gestión de residuos en Latinoamérica desde la perspectiva de las grandes marcas, es necesario hacerlo desde tres perspectivas:
- En primer lugar, al abordar las normativas de responsabilidad extendida del productor, también es importante hablar de la responsabilidad extendida del consumidor. Al final, es el consumidor quien recibe el material y, en muchos casos, el desconocimiento sobre la disposición de residuos genera un problema significativo. “Por ende, iniciativas como las de Opain, en las que un lector de barras escanea la botella o el material y enciende la luz del color donde se debe depositar, son muy valiosas e innovadoras” afirma.
- Las normativas de etiquetado o la información que deben contener los empaques también juegan un papel clave en la transición hacia una economía circular. Se logrará mediante regulaciones que eviten la desinformación o el greenwashing y que el consumidor pueda disponer de mejor manera el residuo. Así se elevarían las tasas de reciclabilidad.
- La capacidad instalada, en la que en Latinoamérica, evidentemente, hace falta tecnología. Es clave avanzar en estrategias de reciclaje químico, seguir fortaleciendo el reciclaje mecánico y encontrar oportunidades a los plásticos que son difíciles de reciclar. En Colombia, por ejemplo, algunas empresas como Essenttia, a través de su planta de reciclaje químico, pueden aprovechar materiales que antes no se podían aprovechar y están generando nuevas oportunidades de negocio.
Alianzas y colaboraciones hacia la economía circular
“La sostenibilidad no se hace a puertas cerradas”, manifiesta Armando Russi. Y es que los aliados estratégicos, la colaboración con proveedores, con gobiernos y con Cámaras Binacionales, se han convertido en aspectos esenciales a la hora de abordar cualquier aspecto en temas de sostenibilidad.
Para las empresas multinacionales y que operan en diferentes mercados, es una prioridad saber entender cada territorio y mapear cuáles son los aliados estratégicos relevantes en cada país.
“Lógicamente, trabajamos con proveedores y con nuestra cadena de suministro. Por ejemplo, nuestros proveedores de plástico. Con ellos tenemos iniciativas y nos articulamos con los gestores de residuos. También internamente, en el Grupo Ajé, trabajamos con algunos partners internacionales”, dice Russi.
Un ejemplo de estos partners internaciones es el GPAP o Global Plastic Action Partnership, que es un programa que alcanzó su meta de 25 países firmantes para el 2025, entre los que se incluyen México, Colombia, Ecuador, Perú y Costa Rica. La alianza tiene como objetivo medir todo el metabolismo de plásticos en cada país, entendiendo cuáles son las líneas bases, dónde hay brechas, dónde hay oportunidades y con estos datos crear una ruta para frenar la contaminación plástica.
Otra organización de carácter internacional es la Business Coalition for a Global Plastic Treaty. Una coalición creada por la WWF y la Ellen MacArthur Foundation en la que están las 260 marcas más importantes del mundo. Este tipo de alianzas internacionales son de alto valor, pues permiten a las empresas ponerse de acuerdo en una visión alrededor de plástico y decirles a los gobiernos cómo deberían estar orientadas las leyes para evitar imprecisiones en aspectos como ecodiseño y responsabilización del productor en lista de plásticos prohibidos.
Hay que tener en cuenta que la opinión del sector privado no puede dejarse de lado, pues es el actor que tiene un conocimiento más profundo de la realidad del mercado y de las operaciones, lo que puede ser valioso para los legisladores.
Es crucial que los gobiernos sean creativos para desarrollar regulaciones que no solo sean restrictivas, sino que también fomenten la competitividad y el desarrollo sostenible y que beneficien a aquellas empresas que buscan ir más allá y cumplir metas más altas que las establecidas en la legislación.
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¿Qué sigue en normatividad?
Los siguientes pasos en materia regulatoria tendrán que ver con la biodegradabilidad y todas las condiciones que avalan que un envase o material sea biodegradable. De acuerdo al líder de sostenibilidad del Grupo Ajé existe un vacío en este ámbito.
“¿Cómo se garantiza que un envase es biodegradable? Hay muchas normativas o muchos estándares que mencionan los empaques biodegradables, pero en condiciones de laboratorio, siempre y cuando llegue a los 80 °C. Generalmente los rellenos sanitarios no llegan a 80 °C, entonces lo que sigue es saber cuál va a ser ese aval para decir que algo es biodegradable en las condiciones específicas de cada país”, asegura Russi.
Otra prioridad será la reglamentación sobre análisis del ciclo de vida. La normativa en Colombia ya lo menciona un poco, pero no se la ha hecho énfasis porque se ha considerado como una excepción.
“Si el análisis del ciclo de vida de una nueva alternativa, no es mejor que el producto que estoy sustituyendo, entonces no vale la pena cambiar, pero no está claro qué tipo de categoría de impacto va a guiar este análisis de ciclo de vida. ¿Que permanezca en el ambiente? ¿El potencial de calentamiento y las emisiones asociadas? O puede ser la toxicidad en agua, toxicidad en el medio humano, o de consumo de materiales, uso del suelo. Entonces se debe definir en qué categoría de impacto nos vamos a regular”, analiza Armando.
Es importante también entender que en términos de sostenibilidad, cualquier acción táctica tiene que tener una estrategia de negocio detrás. Lo ideal será encontrar un equilibrio entre lo que hace una empresa en materia de sostenibilidad y cómo ayudan estas acciones al negocio. De esta manera, se busca que los proyectos de sostenibilidad no sean eliminados al momento de una crisis financiera.
Las normativas y regulaciones más que desafíos son oportunidades para aquellas empresas que entiendan cómo aprovecharlas. Si las empresas cambian su modelo y entienden que estos temas se vuelven una palanca financiera, es posible realizar estrategias de mayor impacto. “Entonces también hay que dejar de verlo como un tema netamente regulatorio e intentar sacarle ventaja financiera” concluye.
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