Estábamos todos sentados y mi viejo, con una mezcla de enojo y sorpresa, rezongaba: ¿Cómo es eso que no te traen la comida a la mesa, no te dan cubiertos, ni platos, y encima, cuando terminas tienes que ir a tirar los restos al cesto de la basura?
Yo tenía unos ocho o nueve años la primera vez que fuimos a un Mc Donald´s. Para mí todo aquello que escandalizaba a mi viejo no era tan trágico. Para mí, más bien, era como hacer un viaje a los Estados Unidos… una experiencia nueva.
Esa experiencia dramática para mi viejo yo la vivía con mucha más naturalidad. Años después mi viejo iría a Mc Donald´s chocho de contento. Se había acostumbrado al cambio.
Lo nuevo siempre incomoda un poco a algunos y otros lo reciben sin cuestionamientos, hasta que lo nuevo se vuelve común.
En un kiosco del aeropuerto de Nueva York me encontré con una proliferación abrumadora de snacks. Muchísimos diseños que nunca había visto, coloridos, intrigantes, algunos atractivos y otros desconcertantes.
Me preguntaron en coro cuándo iba a parar de sacar fotitos, mi mujer con un revoleo de ojos, y mi hijo mirando al piso dibujaba un semicírculo con la punta del pie.
La estantería del kiosco era un paisaje raro, distinto al que estaba acostumbrado. Y eso era justamente lo que me atraía.
El primer paso para atraer a los consumidores es ser diferente
Después de haber tomado unas cuantas fotos me propuse a analizar los productos, sus diseños, y cuestionarme por qué había tantos, y todos tan distintos.
Lo primero que se podía ver era que no son los clásicos snacks fritos con mala reputación. Sino que son papas horneadas, barritas o bocados pequeños de frutos secos, granos integrales, cereales o fruta deshidratada de alto aporte nutricional.
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© Guillermo Dufranc
Algunos se autoproclaman super-alimentos que pueden reemplazar una comida. ¿Desde cuándo uno quiere reemplazar una comida por una barrita de cereal? Acá me sentía como mi viejo por primera vez en Mc Donald´s. Hasta que probé algunos y me gustaron en su mayoría. Y entendí para qué servían.
También hay de los chocolatosos y suculentos, pero con diseños muy distintos a las golosinas que parecen salidas de una película de superhéroes. La diferencia son los grandes plenos de color intenso que funcionan como balizas entre la marea de la competencia. Las tipografías simples sin deformaciones, menos ampulosas, más neutras, menos desaforadas.
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© Guillermo Dufranc
Después de los años de hedonismo de los productos indulgentes, pero poco nutritivos, se está dando una revalorización por la alimentación saludable. Quizás también por esnobismo. Aunque si ser esnob significa alimentarse mejor, bienvenido sea.
La nueva generación de snacks se basa en dos necesidades fundamentales: tener algo sano para comer entre horas, y poder hacerlo en cualquier lugar.
La nutrición y la portabilidad se dan la mano
El término portabilidad viene del mundo informático. Es la propiedad de un programa que le permite funcionar bajo diferentes sistemas.
Gracias a la tecnología se puede estudiar en un bar o trabajar en el banco de una plaza: se derribaron las paredes de las oficinas y de las bibliotecas donde no se puede hablar.
Los snacks saludables vienen en porciones individuales o envases que permitan guardar para más tarde. Se pueden consumir en cualquier lugar, y no hace falta cortar la actividad para nutrirte bien. Son portables.
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© Guillermo Dufranc
Pero cuando las opciones y las marcas se multiplican a raudales hace falta diferenciarse. El diseño es la clave para crear distintas propuestas de marca.
En general se puede ver una paleta de colores ochentosa. Algo vintage para los grandes y algo nuevo para los jóvenes.
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© Guillermo Dufranc
Lo nuevo es más viejo que lo viejo
También se ven algunas referencias a estilos vintage de los años 40 yanquis, jugando con la nostalgia de tiempos que sus consumidores nunca vivieron.
Las barritas de cereal buscan representar alto desempeño, como un combustible energético eficiente. Otras con una impronta natural con colores cálidos o tipografías manuscritas, mientras que otra alardea en el frente del packaging sus cuatro ingredientes naturales y lo que no tiene para denotar autenticidad.
Parece que ya no hace falta sentarse a la mesa para comer. Con una barrita mientras vas caminando alcanza.
¿Si nadie se va a sentar a comer es el fin de los modales en la mesa? Creo que en la era en la que vivimos se empieza a presentar fin de los fines y el comienzo de los comienzos.
Existen tantas posibilidades como personas y, lo más interesante de todo, es poder hacer un poco de todo. Un snack mientras estudias o trabajas pero el domingo eso sí ir a comer los ravioles o lo de la abuela.