Las etiquetas de los vinos no son solamente logotipos con tipografías elegantes y diseños bonitos. Las marcas de vino se construyen por sus valores y por la manera cómo los consumidores se identifican con ellas.
Es por eso que se necesita contar una historia a través de ellas, un concepto que defina al vino. Esta es la clave para desarrollar una marca, que sea genuina y se distinga de las demás.
La ausencia de concepto convierte a una etiqueta en genérica, una plantilla gráfica a la que se le puede cambiar cada elemento sin un criterio. Toda gran marca siempre tiene una gran historia que contar.
En el caso de la etiqueta de Bodega Privada se trabajó con una amplia gama de posicionamientos entre vinos y espumantes. Pero la idea de que forma parte de una colección privada es lo que unifica a esta marca en un concepto que se manifiesta de distintas maneras en el diseño de cada producto.
La clave para entrar a la bodega es encontrar la llave. En los vinos la etiqueta tiene una combinación de llaves diferente. En los espumantes clásicos se ve un herraje que permite “espiar” por la cerradura. En el espumante premium ya no existe etiqueta, sólo una llave volumétrica que da acceso a este mundo imaginario exclusivo.
Ricordi es un homenaje al creador de la bodega, un inmigrante italiano quien llegó con poco más que sus sueños a Argentina. Gracias a su visión de progreso y constante esfuerzo fundó la próspera empresa que hoy lideran sus hijos. Esto tuvo una gran importancia en el proceso de b2b-padding-top-5 diseño de la etiqueta ya que el resultado debía ser tan emotivo como respetuoso.
Las estampillas italianas nos transportan a décadas pasadas donde las cartas postales eran la única manera de mantener contacto con los familiares que se quedaron en su país natal. Los grabados representan el trabajo artesanal de alta calidad, y la firma destaca su personalidad. El papel texturado comunica un clima cálido y nostálgico sobre todos los elementos de la etiqueta.
La etiqueta para “La Espera” es un proyecto que comenzó con el sueño del fundador de la bodega Funckenhausen, quien quería lograr un vino excelente, y quien se esforzó por producir las mejores uvas en su finca emplazada en San Rafael, Mendoza, Argentina.
Entonces, la imagen del banco de plaza simboliza de manera poética su sueño, su anhelo y su espera. Invita a sentarse, a contemplar la vida en un tiempo antiguo, que iba más despacio.
Callejón del Crimen, por su parte, esconde un secreto basado en una historia real acerca de un crimen pasional que sucedió en las cercanías de la bodega. Esta fue la premisa para generar una imagen intrigante y misteriosa.
La imagen del callejón en penumbras crea una atmósfera enigmática y sugerente que recuerda la estética de las películas de cine Noire. Un misterioso crimen por resolver que se escabulle por las noches en las esquinas de calles adoquinadas.
Zorro y Arena es una línea de vinos de la bodega Fincas del Limay, emplazada en Neuquén a la vera del río. En la zona, de suelo arenoso, se suele ver un zorro que aparece y desaparece de manera intermitente.
Algunos aseguran que es producto de la imaginación y otros afirman haberse encontrado frente a frente con este zorro de mirada desafiante. De alguna manera él se siente el dueño de ese territorio.
Para la etiqueta se utilizó al zorro como protagonista, que se supo lograr con una ilustración con cuidadosos detalles de color y oro.
La aplicación de la marca de manera vertical aporta un aire de originalidad al diseño, mientras representa de manera surrealista las enigmáticas apariciones del zorro en el lugar.
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