Así fue como Nutresa convirtió el salvado de trigo en un biocompuesto

Así fue como Nutresa convirtió el salvado de trigo en un biocompuesto

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Con el fin de impulsar los objetivos de sostenibilidad del Grupo Nutresa, el emprendimiento corporativo Tribío, ha logrado desarrollar un biocompuesto a partir de los subproductos resultantes de la fabricación de pastas y otros alimentos.


Cada vez se ve menos lejana la llegada del año 2030, año que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) fijó como meta para el cumplimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Uno de los actores clave para lograr el objetivo son las empresas, que juegan un papel importante en la generación de residuos a nivel global.

Es así como grandes y pequeñas compañías han empezado a alinear sus procesos con estos ODS, no solo para cumplir con las regulaciones que buscan asegurar el logro de estos objetivos para el 2030, sino también para estar en la misma línea de un consumidor que a hoy es más exigente en este criterio.

De esta manera, Grupo Nutresa, un gigante de la industria de alimentos, ha logrado innovar en un nuevo material desarrollado a partir del salvado de trigo, uno de los subproductos de la fabricación de pastas.

Responder a un reto dentro del negocio

Una de las líneas de negocio de Grupo Nutresa es la de pastas alimenticias, productos que se fabrican a partir del trigo como materia prima. Este trigo pasa por un proceso de molienda en donde sale la harina de trigo, también conocida como sémola de trigo.

Estos residuos de la producción de pastas solían venderse, por un bajo costo, a empresas de consumo animal, desperdiciando una oportunidad de negocio al darle un nuevo uso al salvado de trigo. Buscando precisamente valorizar los subproductos resultantes de la molienda de trigo es como nace Tribío, un emprendimiento corporativo de Grupo Nutresa que trabaja para darle valor u otros usos a los subproductos resultantes de la industria.

Claudia Collazos, líder de Tribío, cuenta que el proceso de creación del emprendimiento comenzó cuando el equipo de pastas, interesado en trabajar con el salvado de trigo, se ganó una convocatoria dentro del modelo de innovación de Grupo Nutresa denominado ‘Out Of The Box’, hecho que les permitió adquirir los recursos necesarios para la fase inicial del proyecto.

“Ganamos la convocatoria de innovación interna e iniciamos el proceso de cómo convertir esta idea en un nuevo modelo de negocio circular y rentable. Apoyados en un ecosistema que incluyó centros de investigación, universidades y procesos de investigación dentro de Grupo Nutresa.”, comenta Collazos.

Características del producto que desarrolló Tribío

Características del biocompuesto de Tribío

Por medio de compounding, Tribío desarrolló un biocompuesto, en donde se integra la resina (PLA) y la carga orgánica del salvado de trigo para generar un material ideal para empaques rígidos (por el momento) que se biodegrada en condiciones de compostabilidad industrial.

Este material cuenta con todos los análisis de migración, tanto global como específica y las formulaciones que van para el desarrollo de este biocompuesto están definidas de tal manera que son aptas para contacto con alimentos.

El intraemprendimiento ha identificado dos líneas de producto funcionales. La primera habla de la línea biocompuesto, que puede clasificarse en dos referencias distintas: una para grado inyección y otra para grado extrusión termoformado, ideal para la fabricación de tapas, contenedores y otras aplicaciones como empaques rígidos para diferentes industrias.

La segunda habla de una línea de materiales comestibles con el que se pueden desarrollar utensilios como cucharas y cuchillos que después de ser utilizados pueden ser ingeridos.

Lea también: Lanzan cuchara comestible en Colombia para reducir uso de plástico

Adaptación al mercado del biocompuesto de Tribío

Adaptación al mercado del biocompuesto de Tribío

De acuerdo a Miguel Ángel Bastidas, colíder de Tribío, fueron muchos los desafíos que tuvieron que sortear para sacar adelante la iniciativa. En un principio, el reto pasaba por tener un producto mínimo viable, con la premisa de que se biodegradara en condiciones de compostabilidad industrial, “eso ya es un hecho”, destaca Bastidas.

Luego, el desafío trató sobre cómo industrializar el proceso, pasando de unas pruebas piloto a un escalado industrial, para que, con el tiempo, fuera sosteniblemente rentable. Miguel Ángel explica que este proceso implicaba múltiples esfuerzos desde el conocimiento, los procesos de investigación y todo lo relacionado con el desarrollo de un nuevo producto y su llegada al mercado. Por lo tanto, fue vital la creación de un ecosistema que incluía actores internos desde Grupo Nutresa y externos como institutos de investigación extranjeros, Universidades y Asociaciones.

“En esta parte del desarrollo son desafíos que tuvimos que mancomunar esfuerzos, no solamente dentro de Tribío, sino con los transformadores dentro del gremio de los plásticos, en los que también nos hemos apoyado”, dice Bastidas.

Esta cooperación ha sido uno de los pilares para que Tribío tenga en sus planes de penetración de mercado algunos mercados internacionales como México, Ecuador y Costa Rica.

“Buscamos tenemos presencia en la zona estratégica de la compañía y ya hemos adelantado pilotos en países como México, Chile y Costa Rica”, señala Pilar Castrillón, líder comercial de Tribío.

En ese sentido, se han realizado validaciones o pruebas industriales en las instalaciones de diferentes convertidores, donde se ha evidenciado que el producto tiene un buen desempeño. “Eso hace que siga creciendo el nivel de confianza, de credibilidad frente al material y nos permite, en estos momentos ofrecer este producto ya en el mercado para la venta”, confirma Claudia Collazos.

El futuro de los biomateriales

De acuerdo a Miguel Ángel Bastidas la industria está alineada hacia el cumplimiento de los ODS, por lo que muchos transformadores se están enfocando en la exploración industrial y en la búsqueda de soluciones más sostenibles.

Tribío ya se encuentra sentando las bases para aprovechar y darle valor a los subproductos que resulten de los procesos de fabricación de la industria de alimentos, entre los que se incluyen la cascarilla de cacao y la borra del café.

“Nacimos para valorizar el salvado de trigo, pero la idea es consolidarnos en este tema de economía circular para los subproductos de la industria”, concluye Pilar Castrillón.

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